soldado soldado soldado


I

Llegaron al galope
soldados de un país lejano.

Hierro en la mirada,
su corazón era de oro.
Preguntaron por el agua
de un manantial extraño
para las heridas.
Escoltaban un tesoro.
Y nadie supo responder.
Doncellas les ofrecieron
sus senos encendidos,
pero ellos no podían ver,
sus ojos eran de hierro.

Siguieron al galope,
buscaban una patria.
Algunas enloquecieron
mirando en un pálido mapa.
Ellos prometieron volver,
prometieron volver mañana.
Cuándo es mañana?
No sé, mi amor.
Nadie sabe.

árbol

El agua que corre al mar
por el aire ha de volver.
Allí se queda la sal,
aquí crece la sed.
Los árboles suplican
la lluvia de las nubes
cuando pasan
levantan sus copas,
quieren gritar su nombre.
Pero quién reconoce
una nube en el cielo?
Se multiplicaban
los caminos al paso,
los amigos emprendían
destinos diferentes.
Guardaban todavía
el calor en sus manos,
pero el viento del desierto
fue quemando sus ojos
y la sangre
el brillo de sus espadas.
Ningún camino era de vuelta.
Todos se alejaban.

luna

Mañana cuándo es mañana?
No sé, mi amor.
Nadie sabe.
Mañana cuándo es mañana?
Es inútil, mi amor, mirar afuera.
Mañana cuándo es mañana?
No sé, mi amor.
No sé.

II

Cada soldado
llevaba una canción.
Cantaré la que decía
mi hermano taciturno,
era el más joven,
voz interior:

polvo molido

"Polvo molido
Arena tierna
Rayo encendido
Sobre mi alma.
La luna clara
Sagrada noche
Nube tranquila
Del horizonte.
Lejana estrella
De un solo día
Dulce tristeza
Melancolía"

cada soldado

Cada soldado
llevaba una canción,
cada canción su plegaria,
cada plegaria un deseo
y un estribillo común
que a coro todos pensaban:
"Que mi justicia sea la de los fuertes.
Que mi fuerza sea la de los justos"

la luz no siempre...

III

La luz no siempre alumbra certidumbre,
así la claridad cuando te falta.
Su resplandor a veces siembra dudas
y conmueve los cimientos más profundos.
No has sentido alguna vez
el galopar de unos caballos en el pecho?
Qué extraño poderío levantó su aparición?
Dame, padre, tu bendición
en el momento del adiós.

Cada soldado

Cada soldado
llevaba una canción,
cada canción su plegaria,
cada plegaria un deseo
y un estribillo común
que a coro todos pensaban:
"Que mi justicia sea la de los fuertes
que mi fuerza sea la de los justos".
Dame, padre, tu bendición
en el momento del adiós.

De pronto se oyó

IV

De pronto se oyó
la voz de un hombre
era la oración,
sonaba como un lamento.
Junto a un árbol
se quedó diciendo:

Madre, miña mae, mamma

Madre, miña mae, mamma,
mother, ma mčre, mamá,
con tu voz clara,
mientras lavabas en el río
cantando, tu voz
alimentó mi garganta.
Mes de mayo en la capilla
de la ardiente Fátima.
Ora pro nobis, ora pro nobis.
Casi de noche al volver,
miedo de lobo, murmurando
ora pro nobis,
besando,
ora pro nobis,
las primas y las faldas.
Ya las cerezas pintaban.

Nunc et in hora

Nunc et in hora, ora pro nobis,
ahora que la lámpara
que arde en mi pecho
se apaga.
Ahora y en la hora
de la noche sin alba,
cómo me faltan.
Cómo me faltan aquí
ahora los labios
que alguna vez con dulzura
pronunciaron mi nombre.
Todos los labios que amé.
Que los amigos prosigan
aquella primera danza.
Si lejos alguien me espera
otro vendrá con mi cara.
Con mayor ansia.
Estrella de la mañana.

caballos

Su lamento era un cantar.
Su cantar era una forma
de ofrecer el alma.
Vivió su muerte
la vio venir:
Por un horizonte oscuro
dos soles que se acercaban
le cegaron al coincidir.

Que los amigos prosigan

Que los amigos prosigan
aquella primera danza.
Más lejos alguien me espera,
estrella de la mañana.
Ora pro nobis
Ora pro nobis
Ora pro nobis
Siguieron al galope,
buscaban una patria.
algunas enloquecieron
mirando en un pálido mapa.

Pájaro solitario

Suavemente
en lo más alto
cantaba su condición
de pájaro solitario,
suavemente:
Tu patria es el aire
es mi patria.
No tengo bandera
no tengas.

La garza

Venimos del País de la Noche
navegando por un sueño
en este bosque de estrellas emboscados
en busca de una claridad
amable morada de la memoria.
Y una fuente de luz y silencio
donde no tema mi hermana
lo que cantaba el romance:
"La garza se queja
de su desventura
que nunca la deja
gozar de la altura.
Si tantos halcones
la garza combaten,
por Dios, que la maten"

Muy lejos una mujer

V

Muy lejos una mujer,
alegría y tormento,
miraba el camino.
Ojos del color del viento,
memoria y deseo a la vez:

Castillo

Era un castillo
de acero su pecho
y una caracola
colgaba de su cuello.
Toma, me dijo, este don,
porque quiero
que sueñes con el mar
y escuches el rumor
de mi pensamiento
mientras vuelvo.
Mientras vuelve.

Llegaron con la noche

Llegaron como la noche
encendiendo estrellas.
Lleno está el cielo de ellas.
Pero los ojos se van, ay de mí,
se van con el cometa
que turba el firmamento.
Planeta oscuro y dormido,
presiento que cuando
me abandone tu luz
me envolverá el frío silencio
de una quietud aparente.
Se fueron con la mañana
robando sueños.
Freno y espuela.

Todo el tiempo
que viví me parece
una larga espera
para encontrarte.
No tengas prisa en partir,
no te vayas,
prolonga la alegría
de estar dentro de mí
que me dejas presa
y con la miel en la boca.
Llegaron como la noche
encendiendo estrellas.
Se fueron con la mañana
robando sueños.
ˇFreno y espuela!
Que vuelvan con el sol
con el sol radiante del mediodía.
ˇQue vuelvan!
Memoria y deseo a la vez.

VI

El narrador piensa en voz alta:
Qué será de estos hombres?
Qué ciencia cierta pretenden?
A qué primer impulso obedecieron?
Qué deseo les empuja más allá
siempre siguiendo
la línea del horizonte,
mas condenados también a la nostalgia
después de sentir el dardo
de la mirada de amor
de aquellas mujeres
que sueñan y rezan por su regreso?
Quieren fundar una patria?
Acotar un territorio?
No atienden el canto
del pájaro solitario?
Caballeros, astronautas,
monjes, soldados
En un galope de tanques o de naves
volverán mañana?
Cuándo es mañana?

Caballos

No has sentido alguna vez
el galopar de unos caballos
en el pecho?
Qué extraño poderío
levantó su aparición?
Dame, padre, tu bendición
en el momento del adiós.

Triste partir

VII

Triste partir
si se queda el alma.
Triste más triste
quedar esperando,
Nunca me digas adiós,
reza por mí tu oración.

Tres altares

Levantemos tres altares
Dios oculto
Rojo rosario de salmos
Invocamos
Donde brote el manantial
Tu alianza
Bálsamo de las heridas
Te llevamos,
Dios, oculto.

Vendaval

Ojalá que una tormenta
vendaval
a la rosa de los vientos
desoriente
sin saber que vuelven vuelvan
a ocupar
esta tierra y este cuerpo.
Nosotras somos la sal
y somos el manantial.
Somos la herida y el bálsamo,
polvo de luna en el mar.

VIII

De pronto qué maravilla
en medio del bosque
oculto entre la maleza
descubren un templo.
Templo inacabado,
hiedra y piedra dentro.
Y escrita en la cal
su propia historia advierten
en una espiral
que trazaba el poema:
"Vuestro final no está escrito"
decía el último verso.
Pues entonces somos libres.
Nos quedaremos aquí
hasta coronar el templo
y poner a salvo en él
el tesoro de nuestros sueños.

Sueño con el mar

Sueño con el mar,
escucho su rumor.
Aquella caracola
colgada de tu cuello
me guarda la promesa
que tu luz me envolverá.
Sueño con el mar.

Mañana cuando regresen

Mañana cuando regresen
al atardecer la pena,
heridas como sueños abiertos
en el huerto habrán crecido
y en el cielo una señal
devolverá la luz a la mente
de aquellas que enloquecieron mirando.
Camino por donde se fueron.
Estatuas de sal
bajo la lluvia llorando
lloran las horas perdidas,
lloran la noche malva
por donde se habían ido
sus ojos bien heridos,
corazón caliente
y una caricia oculta.
Lejos de casa en el bosque
una caricia.

Mañana, cuando es mañana

Mañana cuándo es mañana?
No sé, mi amor.
Nadie sabe.
Mañana cuándo es mañana?
Es inútil, mi amor, mirar afuera.
Mañana cuándo es mañana?
No sé, mi amor.
No sé.

Guardaban todavía
el calor en sus manos
pero el viento del desierto
fue quemando sus ojos
y la sangre
el brillo de sus espadas.
Ningún camino era de vuelta,
todos se alejaban.


 

Poema de Amancio Prada

El texto y la partitura de Emboscados se encuentran recogidas en un libro del mismo título
editado por la Fundación Juan Ramón Jiménez

Este disco lo distribuye Sonifolk

| Arriba |

Ilustraciones de Juan Carlos Mestre

Volver a la portada